martes, 14 de abril de 2015

Déjà vu: de Ferguson, Madison y Charleston



“Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.”

– Martin Luther King;  discurso delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, DC, durante una histórica manifestación de más de 200,000 en pro de los derechos civiles para los negros en los EE.UU. 28 de agosto de 1963.


Múltiples han sido los discursos frente a diversos auditorios, que a lo largo de décadas se han convertido en testigos de la magnificencia, de la elocuencia, de la retórica y de un profundo sentir por parte de sus emisores, quienes ante la búsqueda de la igualdad y la justicia han proclamado por medio de sus palabras el anhelo, el deseo y el sueño de que los derechos humanos sean protegidos y respetados, sin importar la clase, el género, la nacionalidad o el color de piel de las personas.

Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, John F. Kennedy, Martin Luther King, entre muchos otros, han sido algunos de los personajes más significativos respecto a la lucha por conseguir mejorar los derechos civiles de las personas, fomentando el respeto y la protección de las prerrogativas fundamentales que por el hecho de ser humanos, cada uno de ellos tiene. 

No obstante, a pesar de haber logrado grandes avances en proporción de los objetivos con los que iniciaron sus respectivos movimientos, pareciese que hoy en día la violencia se encuentra más latente y es mucho más real en todo el mundo. 

Basta con el sólo hecho de encender la televisión, de leer el periódico o de conectarse en alguna de las variadas redes sociales que existen; para ser testigos de la realidad que acontece en nuestras localidades, en nuestros estados, en nuestro país o bien en otras partes del mundo. 

“1963 no es un final, sino un principio”; así recitaba Luther King en aquella ocasión cuando frente a una multitud cansada por la segregación y la violencia racial, el activista que encabezaba una lucha pacifista declaraba en lo que más adelante sería conocido como uno de sus más famosos discursos, el cual fue denominado: “Tengo un sueño”. 

Sin embargo, aquel sueño de Luther King parece seguir latente en las vidas ya no solamente de los diversos grupos raciales que componen a los Estados Unidos de América, sino de cada uno sus habitantes.

Lejos de haber ganado una batalla social, la lucha por la segregación y violencia racial respecto de las minorías en EE.UU, sigue teniendo asuntos pendientes hoy en día; puesto que los acontecimientos recientes solamente han arrojado más pruebas de que el malestar por las injusticias sociales y los abusos por parte de las autoridades hacia los grupos vulnerables en aquel país, continua latente a 52 años de aquel mítico discurso proclamado en nombre de la libertad, la igualdad y la justicia. 

Tras lo ocurrido en Ferguson el 9 de agosto del año pasado, cuando Michael Brown, un estudiante de raza negra fue abatido a tiros por el oficial de policía Darren Wilson; como si se tratase de un “déjà vu”, recientemente han ocurrido hechos similares primero, en Madison, Wisconsin; cuando un joven negro de 19 años murió por la noche tras ser baleado tras un altercado con el policía, y el caso de Walter Scott, un afro estadounidense de 50 años y padre de cuatro hijos quien fue muerto a tiros en un parque de Charleston, Carolina del Sur, luego de haber sido el blanco de los disparos provenientes del arma de otro oficial de policía. 

Tales situaciones reflejan que aquel sueño que promulgaba Luther King, aún continua sin materializarse y sin hacerse posible por completo. Y es que, a pesar de que se consiguieron grandes avances en la lucha por los derechos civiles de las personas de color y de otras minorías, hoy en día la realidad parece indicar que todo va en retroceso. 



Cinco décadas después de aquellos movimientos pacifistas que buscaban la igualdad y el respeto, así como el fin de la violencia generada por la segregación racial, ha sido el propio presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (quien además es el primero de raza afroamericana en ocupar tal cargo) quien recorrió hace unos meses uno de los lugares dentro de los cuales Luther King encabezo una marcha sobre el puente Pettus, el cual se ubica en Selma, Alabama; con lo cual conmemoró los triunfos logrados por aquel personaje al que tantas veces ha citado y ha dado las gracias, pues como lo expresa el mandatario; fue uno de los que hicieron posible su llegada a la presidencia.

Aunado a dicha conmemoración, el presidente Barack Obama expresó que en muchas ocasiones se comete el error de sugerir que el racismo no existe, que ha terminado, que el trabajo impulsado por figuras como el reverendo Luther King y muchos otros defensores de los derechos civiles y humanos de las minorías en Estados Unidos, se han completado y que sin embargo, todavía hoy en día permanecen tensiones originadas como consecuencia de que muchas personas utilizan la raza para su provecho. 

Queda claro que el movimiento que se realizó durante los años 60, implicaba la búsqueda de una igualdad civil, en donde se exigía el derecho para votar, lo que suponía el principal obstáculo respecto a la participación dentro de la democracia, así como también eliminar las leyes que resultaban discriminatorias y mediante ellos abrir la puerta a las personas de raza negra para ingresar en el terreno de la política. 

Sin embargo, ante los hechos que han ocurrido en los años y meses recientes en el país del norte, queda claro una cosa: las violaciones a derechos humanos, el irrespeto por el color de piel, por las creencias religiosas y por el origen étnico de las personas que en él habitan, así como los diferentes medios de discriminación; continúan latentes en la actualidad y se presentan constantemente, sin que nada ni nadie pueda poner un alto. 

Basta solamente con abrir los ojos a la realidad que se presenta en Estados Unidos, puesto que son más y más los hechos que demuestran la grave situación que atraviesa la población afroamericana frente a los abusos de la autoridad; y que a pesar de las marchas y manifestaciones que se han realizado para exigir un alto a la violencia racial, el problema central continua creciendo y suscitándose más a menudo y con mayor frecuencia. 

Para un país con una población que se compone de diferentes razas y creencias, y que ha sido ello el pilar por el que se ha sostenido durante su historia misma; es claro que la lucha que Martin Luther King inició sigue y seguirá vigente. 

Y tal como lo dijo el presidente Obama: “si de verdad queremos honrar aquel día, regresemos a Washington con el compromiso de restaurar la ley”... todo en pro de la libertad y de la igualdad, de la justicia y del respeto hacia los derechos civiles y humanos tanto de las personas de color, como del resto de seres humanos que integran a este país tan rico y basto en razas. 

Sólo así, el sueño podrá ser realizado. 


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