miércoles, 22 de enero de 2014

Nosotros te fallamos

"Si me ejecutan, por favor diles a todos mis paisanos, a mi México entero que me disculpen por haberles fallado". 

Édgar Tamayo, es un mexicano nacido en Miacatlán, Morelos; el 22 de julio de 1967. Actualmente tiene 46 años de edad, no pasa de 1.75 m de estatura, es de tez blanca (en su mayoría debido a un padecimiento conocido como Vitíligo), así como de una “discapacidad mental leve” que le fue certificada por un psicólogo y que trae consigo desde su adolescencia, tras un accidente en un rodeo.

Le sobreviven sus padres Héctor Tamayo Pedroza e Isabel Arias Corona de 70 y 66 años, respectivamente; así como sus dos hijas Mariana y Wendy. 

Él como muchos otros pertenece a un grupo de personas que han sido sentenciadas a la pena capital en Estados Unidos.

Fue condenado por el asesinato en 1994 de un agente de la policía en Houston, Texas; durante el traslado a la cárcel pues había sido detenido por asalto a un centro nocturno. Ya esposado, dio tres tiros en la cabeza al agente Guy P. Gaddys, por lo que fue declarado culpable y más tarde sentenciado a la inyección letal en ese estado. 

Dentro del Código Penal de Texas, “asesinar a un agente del orden público o a un bombero que actúe en el ejercicio legítimo de su labor oficial, sabiendo que es un policía o bombero”, constituye la primera de las ocho agravantes para imponer la pena capital.

Este miércoles, Tamayo será ejecutado a pesar de las protestas debido a que no contó con asesoría consular, lo que viola el debido proceso; a pesar de que varias organizaciones civiles, el gobierno federal y el de Morelos, han apelado al fallo del Caso Avena para impedir la ejecución de Édgar. 

El Caso Avena consiste en un fallo que estableció la Corte Internacional de Justicia, ordenando a Estados Unidos revisar las sentencias de por lo menos 50 mexicanos, quienes en alguna parte de su proceso no contaron con la asistencia de su embajada o consulado, además de otras irregularidades. 

El secretario de Estado John Kerry, pidió a las autoridades de Texas postergar la sentencia de muerte para revisar el expediente; sin embargo, el único facultado para suspender la ejecución es el Gobernador de Texas, Rick Perry. De lo contrario, el destino de Édgar concluirá mañana por la tarde. 

Un milagro, sólo eso queda. Sus padres han dicho que él está tranquilo y resignado a lo que pase. 

Édgar alguna vez tuvo un sueño, como todas las personas. El suyo consistía en entrar al Colegio Militar, hizo el intento, sin embargo no lo consiguió. Años más tarde cruzo la frontera ilegalmente, y a la edad de 18 años comenzó a trabajar como jornalero en California; para luego mudarse a Austin en 1993. 

Entonces, me preguntó yo ¿En qué falló Édgar? 

Como cualquier otro individuo, como cualquier otro ser humano Édgar buscó salir adelante. Tuvo un sueño, lo idealizó y trató de concretarlo, pero no lo logró. Y aún así, no se estanco. Busco continuar y al no conseguir nada, no tuvo más remedio que tomar una decisión. No cualquier decisión, sino una que te penetra hasta el último rincón de tu alma y que aunque conoces las consecuencias de dicho acto, no hay de otra que tomar esa ruta hacia el norte del territorio nacional y hallar la manera de sobrevivir en un país que no es el tuyo. 

Jornaleros, jardineros, trabajadores en la construcción, mantenimiento de industrias, manufactureras, servicios de comida, trabajo del hogar, etc., todo ello con una baja remuneración, pero de cualquier modo buscan una fuente de trabajo que no pudieron hallar en su país de origen. 

Ahora bien, su caso no radica en la culpabilidad o inocencia. Va más allá. Con la sentencia que carga, se está lacerando no a una persona cualquiera, no a un número más en las estadísticas; se está vulnerando a un ser humano que si se equivocó o no, tuvo el derecho que tiene cualquier otro de contar con la asistencia legal adecuada para solucionar su situación jurídica. 

Y entonces…viene a mí esa idea, ese pensamiento que al igual que Édgar, me resigna. 

¿Cómo pedir que se respeten los derechos de un compatriota mío, sentenciado a muerte en otra nación; sí en la mía no se respetan los mismos derechos con los que cuenta Édgar, de las personas que están dentro de alguno de los tantos centros de reclusión que operan en nuestro país? 

¿Cómo exigir algo en lo cual acá también estamos fallando? 

Males como la corrupción, la impunidad, hacinamiento, la inexistente separación de presos inocentes y culpables, el tráfico de drogas, la continua complicidad de autoridades con delincuentes, la comisión de delitos desde el interior de estos lugares y una docena de obstáculos que encierran más a las personas ahí recluidas. 

Se ha hecho algo, se ha comenzado a mover un poco el aparato estatal y con ello se han alcanzado algunos triunfos; pero la tarea es enorme y aún falta mucho. 

Se habla continuamente de Derechos Humanos; pero ¿cómo explicarle a Édgar que su caso es tan sólo un fragmento más de todo la problemática que carga nuestro país con el tema de los derechos del ser humano? 

¿Cómo explicarle a Édgar que en el transcurso de su reclusión, se encarceló a gente por mucho tiempo debido a que pagaron con un billete falso sin siquiera saberlo, debido a que denunciaron la corrupción que había en sus comunidades o que regresaban del trabajo pero los agentes de la policía creyeron que se parecía al sujeto que buscaban y se lo llevaron sin dar explicación alguna, y así muchos otros casos más…cómo explicarle eso a Édgar?

No tengo que señalar a culpables, porque eso nos llevaría a una tarea y a un análisis más profundo; pero si quiero fijar la atención en el problema y en buscar soluciones basadas en la razón y sustentadas en el respeto a la dignidad y a los derechos humanos. 

Porque si algo he aprendí en clase de Derechos Humanos, es que cuando vulneras a una persona no estás vulnerando solamente a un individuo, sino a todos, pues pertenecemos a un mismo grupo, seamos de cualquier raza, todos somos al final seres humanos. 

Nos queda mucho por hacer. Este trabajo no es de uno, al contrario es de todos. Solamente con la unión de toda la sociedad, se puede conseguir dicho logro. Es una labor ardua y constante, pero de algún modo se tiene que llevar a cabo. 

Édgar, no nos fallaste. Nosotros te fallamos.