La definición propia de «superhéroe»
nos refiere a los personajes de ficción cuyas características superan las de un
héroe clásico, debido a que en la mayoría de los casos estos sujetos cuentan
con poderes sobrehumanos, aunque hay otros que no necesariamente los tienen.
Es así que esa palabra ya forma
parte de nuestro lenguaje y por ende de nuestra cultura. Desde hace años atrás
hemos venido observando un crecimiento en las cintas cinematográficas debido a
la proyección en la pantalla grande de superhéroes salvando a la humanidad de
invasiones extraterrestres, de criminales que
pretenden conquistar el mundo y obtener la sumisión de la humanidad;
entre otros objetivos individualistas y personales.
Pero, ¿qué características tienen
estos seres de ciencia ficción que nos entretienen tanto y nos llaman la
atención a todos?
Desde Spiderman, Hulk, Capitán
América, Thor, Mr. Fantastic, el
Profesor X, Wolverine hasta Superman, Flash, Linterna Verde y cientos de personajes
más, encontramos que todos ellos, diferentes en sus características y poderes,
son similares en su origen. Todos ellos extraterrestres, dioses mitológicos,
razas apartadas de la humanidad, productos o víctimas de algún experimento
científico; creados a través de la obtención de aparatos o instrumentos
tecnológicos muy avanzados, artefactos místicos o con poderes sobrenaturales,
demonios, etc.
Sin embargo, existe un selecto círculo
que encierra otro tipo origen en común.
Punisher, Daredevil, Ironman, Elektra,
Viuda Negra y más recientemente, Batman; conforman un pequeño grupo de
personajes que tienen algo en común respecto a su origen. No cuentan con
poderes especiales, pero si hay en ellos un deseo de justicia, un deseo que
primero se originó en una venganza debido a un hecho o circunstancia traumática
que los llevó a adoptar esas personalidades y que después de conseguir algunos
puntos a su favor, tomaron un estandarte en pro de la libertad, la justicia y
la paz dentro de sus respectivas comunidades y sociedades.
Dichos individuos cuyas familias
o seres queridos fueron asesinados, carecen de súper poderes para combatir a
sus respectivos villanos; sin embargo cuentan con sofisticadas armas,
herramientas, aparatos y habilidades que les permiten realizar su labor de
justicieros.
Pero…a pesar de buscar un
bienestar colectivo, se han encontrado con un obstáculo que en ocasiones les
cuesta mucho trabajo superar y que incluso les frena en sus acciones: el
gobierno.
No obstante, en la mayoría de
esas historias, estos héroes desconocidos siguen en su búsqueda de la justicia
social que ha sido lacerada por múltiples villanos y criminales, que al igual
que ellos, persiguen objetivos y metas, sólo que en su caso para lograr una
satisfacción personal o de un grupo de poder ilegítimo; por lo cual, los
primeros justifican sus acciones diciendo que el trabajo que ellos realizan, es
un trabajo que los encargados del sistema de gobierno omiten o se muestran
incapaces para desarrollarlo. Algunos incluso, se atreven a decir que le están “dando
una mano” a las autoridades.
Ojalá y más de uno, haya
regresado un poco a su infancia o a su juventud con esa descripción de los
personajes que alguna vez imaginamos convertirnos para salvar a otros de la
terrible villanía y maldad de otros sujetos.
Hora de volver a la tierra…y a la
realidad.
Una realidad en la que Michoacán,
uno de los 31 estados que componen nuestro país, es tema de constante debate y
noticia. Una cruda e infeliz realidad, en la que si nombras dicha región vienen
a tu mente palabras como “narcotráfico”, “delincuencia organizada”, “levantones
y ejecuciones” y más recientemente “grupos comunitarios o autodefensas”.
Los grupos de autodefensa
surgieron en Michoacán y Guerrero, en respuesta a lo que ellos llaman "la
inacción de las autoridades en contra del crimen organizado en la región".
Al igual que los personajes que describimos en cuanto a su origen traumático,
las autodefensas son un conjunto de personas que cansadas de la violencia que
azota no sólo a esas regiones, sino más aún, que tiene un profundo impacto en
sus actividades cotidianas, en sus relaciones familiares y sociales; acordaron
reunirse y tomar las armas por cuenta propia para realizar lo que el Estado
dejó de hacer:
…promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos […] en
consecuencia, deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones
a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.
Por el momento las autodefensas
en Michoacán operan en municipios como Buenavista, Tepalcatepec, Coalcomán,
Aguililla, Tancítaro, La Huacana, Churumuco y Parácuaro, todos municipios de la
Tierra Caliente; una zona que se ha visto marcada por la pobreza y donde sus
habitantes se dedican generalmente al campo.
Su operación y organización
radica en una necesidad que el Estado no está satisfaciendo como se está
obligado a cumplir para el bienestar del cuerpo social. No está procurando la
seguridad y estableciendo las medidas necesarias para garantizar un pleno
desarrollo de las personas, ya no hablemos de esta región, sino de todo el
país.
Por ello, el Estado mexicano debe
controlar el surgimiento de las autodefensas en Michoacán para evitar su
proliferación en otras partes del país, y con ello prevenir más brotes de una
violencia generalizada que ha paralizado a muchos de los sectores que componen a
nuestra sociedad, a nuestro México.
Las “autodefensas” si bien emulan
en algunos rasgos a los personajes que han adoptado una personalidad de héroes
y que buscan continuar lo que el gobierno y sus respectivos órganos dejaron de
hacer, violan un precepto constitucional contenido dentro del artículo 17 de nuestro
máximo ordenamiento legal, el cual establece lo siguiente:
Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer
violencia para reclamar su derecho.
Esto significa que el único
facultado para administrar justicia es el Estado. Es el único ente que puede
tener el monopolio de la ley.
La existencia de estos grupos radica en tomar
las armas y regresar a la antigua normatividad, a la auto tutela, a la ley del
Talión para defender en un principio sus intereses subjetivos y las vidas que
ellos ostentaban antes de la llegada de la delincuencia.
Asimismo, y a diferencia de los
superhéroes que nombramos; las autodefensas al fin y al cabo persiguen
intereses individuales más no colectivos. Esto lleva a una contradicción mayor,
pues no están obedeciendo un orden sino al contrario están imponiendo uno en el
que la reacción normal y natural hacia un ataque es otro ataque. No se estarían
convirtiendo en superhéroes, sino al contrario; en los villanos y malos de la
historia.
No tengo idea cuando se detendrá
esa guerra que fue desatada por parte del Gobierno Federal para derrotar al
crimen organizado. No tengo ni la menor idea, de quién será el vencedor. Lo que
sí sé, es que las víctimas de la violencia no pertenecen a un solo grupo de
personas, sino a un conjunto de seres que comparten esa misma esencia y
naturaleza, seres humanos que no buscan otra cosa más que el bienestar
individual y colectivo, que pretenden alcanzar sus sueños y lograr con ello la
felicidad. Y también sé que, no podemos ser espectadores del problema y dejar
sólo al orden superior en esa lucha, pero tampoco podemos ser partícipes
directamente en el problema.
Es inaceptable que toleremos el
crecimiento de esta enfermedad, pero también es inaceptable que se formen
grupos de defensa comunitaria que usen de manera deliberada las armas y con
ello traten de realizar la labor en la que el Estado y sus órganos de acción
están trabajando poco a poco. Quizá me reprocharan por este comentario; pero
hay que tener en cuenta algo: la violencia genera más violencia.
Nuestro ámbito de acción no está atrincherándonos
en las calles, creando emboscadas y persiguiendo criminales. Nuestro trabajo se
debe centrar en las responsabilidades que tenemos para con nuestro entorno
social y para con el Estado.
¿Qué podemos hacer entonces?
¿Debemos quedarnos cruzados de brazos? No lo creo, pero tampoco creo que
organizar defensas comunitarias sea la vía para conseguir la prosperidad y
felicidad en nuestras vidas. El trabajo que hacer es demasiado; y si el Estado
tiene sus obligaciones, como ciudadanos también contamos con las nuestras y no
debemos olvidarnos de ellas.
Los héroes que recordamos al
inicio estarían muy decepcionados de nosotros si supieran que luchamos contra las
injusticias que se presentan en la sociedad, de una manera vengativa y
solamente persiguiendo el interés de cada persona, más no el de un cuerpo
social.
Mientras escribía esto, las
autodefensas y el Gobierno han llegado a un acuerdo. Se pretende
institucionalizar a estos grupos, obedeciendo ciertos parámetros y respetando
algunos límites que han sido establecidos por la ley.
Entonces, mi artículo quedará incompleto, pero trabajaré en ello. Y recordando la frase de todos esos comics:
Está historia continuará…