viernes, 18 de julio de 2014

Cuando todos los niños del mundo

Al estar buscando un link en internet que me llevará hacia un artículo o hacia un sitio en donde pudiese saber cómo es el mundo desde la perspectiva de un niño, me crucé con un video que una persona había subido a la red y en el cual adjuntaba el siguiente comentario: “Me gustaría que este mensaje se difundiera por todo el mundo, para que ojalá los adultos entendiéramos el valor que tienen los niños en este mundo”.

Al principio creí que era un video que ya había visto, sin embargo noté una diferencia en el. 

Esa diferencia radicaba en que el archivo estaba conformado por una canción de uno de los personajes más icónicos del cine mexicano: Mario Moreno “Cantinflas”.

Y así, al transcurrir la música recordé muchos de aquellos momentos que marcaron nuestra infancia, los cuales al final serán los que nos definirá en nuestro crecimiento como adultos y como personas. Ahora que los años ya han ido pasando a través de mí, veo en los niños con los que de vez en cuando me topó; esa ilusión en sus ojos cuando te miran dominar el balón o hacer alguna otra cosa, que refleja un cierto grado de admiración, pero que sin embargo, ellos lo olvidan pues no quieren ser adultos todavía...ellos quieren seguir siendo lo que son; niños.

Al mismo tiempo que escribo esto y sin dejar de reproducir la canción que mencioné al inicio; una cuestión viene a mi mente, es una pregunta que quizá muchos se han hecho, pero que no hemos logrado valorar y entender la magnitud de dicho planteamiento.

El niño que alguna vez fuiste, ¿estaría orgulloso del adulto que eres? Vaya que es una bomba de reflexión y retroalimentación que no se contesta tajantemente con un sí o bien, con un no.

Pero mientras encontramos la respuesta de esa interrogante; quisiera contarles de unos niños que esta semana me han llamado la atención y que seguramente a ustedes también.

La Franja de Gaza y una parte de la costa occidental del río Jordán, fueron los territorios que debían formar parte del estado árabe palestino, según el Plan de la Organización de las Naciones Unidas para la partición de Palestina durante el año de 1947. En el transcurso del año siguiente, el primer territorio fue ocupado por Egipto, mientras que la costa del Jordán, incluyendo Jerusalén fue ocupado por Transjordania, es decir lo que actualmente se conoce como Jordania, por lo cual se adquirió la denominación de Cisjordania.

De la misma forma, en el año de 1967, la Franja de Gaza y Cisjordania fueron ocupadas por Israel durante la denominada “Guerra de los Seis Días”, que se prolongó del 5 al 11 de junio de ese año, y en la cual Israel destruyó los ejércitos que se habían estacionado a lo largo de sus fronteras y que amenazaban sus centros vitales, a partir de lo cual se comenzaron a realizar asentamientos hebreos en ambos territorios, acto que la propia ONU no reconoce y que considera además, contravenciones al derecho internacional.

En 1994, tras varias negociaciones de paz fue creada la Autoridad Nacional Palestina, cuyo fin era regular el ejercicio del dominio sobre la Franja de Gaza y de una parte de Cisjordania. Sin embargo, en el 2005, Israel abandonó dicho territorio, evacuando a sus ciudadanos y militares, aunque de alguna forma sique ocupando un vasto porcentaje de Cisjordania.

Fue entonces que surgió el grupo Islamista denominado Hamás, el cual desde su creación se ha enfrentado al Estado de Israel, por medio de métodos terroristas, a través de los que se niega a reconocer los acuerdos pactados ente palestinos e israelíes, quedando en suspenso las negociaciones.

La escalada de pánico y tensión que se ha desatado en aquella zona de oriente desde que inició el problema, ha arrebatado decenas de miles de vidas; sin embargo en las recientes semanas ha cobrado mayor relevancia dicho tema debido a que en redes sociales circulan fotografías e incluso videos, de los momentos en que misiles y morteros azotan a ambos bandos en conflicto, dejando ya una cifra de más de 220 muertos y más de mil 600 heridos, de los cuales muchos de ellos son niños y niñas que han sido víctimas de una disputa que parece no tener fin y de la cual pocos Estados han logrado intervenir apropiadamente.

No obstante, no es necesario que nos traslademos hasta Medio Oriente para hacer conciencia del problema real que enfrentan nuestros niños y niñas. Es hora de volver a nuestra realidad social.

Su nombre es Mauricio; es originario de Honduras y tiene 17 años. Es una edad que se figura como la antesala para convertirte en un adulto, aunque todavía careces del conocimiento real que la vida requiere para ser tomada por rienda propia. Sin embargo, para un chico como Mauricio, eso parece ser diferente ya que al leer su declaratoria te das cuenta que es totalmente diversa a la descripción mencionada.

“Hay chicos que no sobreviven más de cinco años porque se mueren de hambre. Sus padres no pueden trabajar porque no hay trabajo. Sólo dennos una oportunidad. Háganos mejores de lo que somos para que podamos ser algo mejor de lo que somos hoy en día”. 

¿Vaya frase para un chico de esa edad no? Mauricio pertenece a un grupo de menores que en las últimas semanas ha tomado por sorpresa no sólo a organizaciones civiles y en defensa de los derechos humanos, sino también al propio Estado mexicano y al conjunto de autoridades que lo conforman. Él como muchos otros, es un migrante y su relato es tan sólo una parte de las muchísimas entrevistas que fueron realizadas por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados para los Estados Unidos y el Caribe; con las cuales se pretende esclarecer las principales razones por las cuales cientos de niños y niñas cruzan territorio mexicano, provenientes de nuestro país así como de Honduras, Guatemala y El Salvador.

Más de 57 mil niños originarios de Centroamérica han ingresado a Estados Unidos sin autorización y por ende sin compañía de un adulto, hecho que ha derivado en el crecimiento acelerado de la población que radica en los albergues e instalaciones de la Patrulla Fronteriza y que ha despertado las alarmas en los organismos protectores de la niñez, ante la problemática que representa dicho fenómeno, así como por el repudio que algunos grupos anti migrantes han expresado en su contra.

Niños y niñas que se embarcan en un peligroso viaje como este con el objetivo de huir de la violencia desatada en sus lugares de origen, que han sido separados de sus familiares o bien que sus padres cruzaron nuestro país para conseguir mejores oportunidades de vida, con tal de lograr el “sueño americano”, por lo cual ahora los pequeños buscan alcanzar el mismo destino de sus progenitores.

Casi hemos terminado. Sin embargo aún falta un tercer caso que esta semana hizo estallar las cosas en nuestro país.

Las denuncias de varios padres de familia ante autoridades policiales de nuestro país, fue el medio por el cual se descubrió esta semana una red de abusos y explotación sexual que se cometían en contra de niños y jóvenes en una casa de acogida denominada “La Gran Familia”, de la cuál Rosa Verduzco Verduzco era la encargada de llevar la dirección y quien junto a otras personas, administraba.

Muchas personas, incluidas el periodista León Krauze les ha sido difícil creer las acusaciones en contra de Verduzco, quien había sido descrita por muchos como “una mujer sola, que ha recogido, adoptado y educado para una vida digna y productiva a varios miles de niños abandonados. Su obra es, ante todo, un prodigio de caridad".

Sin embargo engañaba a todos y los únicos que conocían sus verdaderas intenciones fueron los cientos de niños explotados que han sacado a la luz sus historias, en las cuales el sufrimiento es un signo característico y repetitivo.

Ante tal situación, autoridades de la Procuraduría General de la República intervinieron en el albergue logrando liberar a 600 personas, entre ellas 432 menores de edad y seis bebés; quienes se encontraban en condiciones insalubres y lamentables, siendo obligados a vivir entre ratas y pulgas, y explotados tanto laboralmente pues se les exigía pedir limosna en las calles, como sexualmente según relatan muchos de ellos.

Tres situaciones que nos han hecho reflexionar bastante. Importa poco si han sucedido al otro lado del mundo o en lugar más recóndito del planeta; el dolor y el sufrimiento, son elementos repugnantes en la vida de los menores que han sido víctimas de conflictos entre naciones, que se han lanzado en un éxodo repleto de peligros, donde la muerte los espera ya sea en las vías del tren que los transporta hacia su destino o en manos de grupos de delincuencia organizada, que los secuestran para explotarlos o enrolarlos en sus filas; y otros más que con tal de encontrar un lugar para dormir y comer, se han internado en centros que carecen de regulación y en los que han hallado más problemas de los que tenían cuando vivían en las calles.

Hace un mes más o menos, leía un artículo publicado por Luciano Concheiro San Vicente, en el cual relataba a manera de anécdota su visita a un museo en el que se exponía una serie de retratos, los cuales conformaban la Galería intitulada “Boys de Annie Kevans”. Luciano comentaba que le confortaba ver todos los rostros de esos pequeños, pues más allá de que tenían rasgos totalmente diferentes, se podía ver en ellos la inocencia y la alegría que todo niño posee a esa edad.

Al final de su relato, Concheiro San Vicente se muestra estupefacto al descubrir que los retratos de aquellos niños, tenían nombres y apellidos. Dicha galería estaba compuesta por los personajes más funestos de la historia reciente, niños que al principio lo habían llevado a pensar en su infancia pero que al final, le habían provocado saber que eran los autores de la muerte de millones de seres humanos.

Así, entre muchos otros nombres aparecían el de Saddam Hussein (Irak), Mao Zedong (China), Kim Il Sung (Corea del Norte), Jorge Rafael Videla (Argentina), Radovan Karadžić (Serbia), Alfredo Stroessner (Paraguay), Efraín Ríos Montt (Guatemala), Francisco Franco (España), Hendrik Verwoerd (Sudáfrica), Benito Mussolini (Italia), Joseph Stalin (Unión Soviética) y Adolf Hitler (Alemania), entre muchos otros.

El autor del artículo termina diciendo que la responsabilidad de los actos de aquellos personajes no se exime por nada; pero que al ver los retratos una vez más vale la pena ponernos a pensar acerca de las acciones que estamos llevando a cabo, y cuál es su impacto en las vidas de nuestros niños y niñas, con el fin de prevenir y evitar a toda costa que alguno de ellos termine siendo un Stroessner, un Hussein, un Mussolini, un Milošević o un Hitler.

Parafraseando al autor y recordando la interrogante que establecí al principio de esta opinión; relanzaría un planteamiento más acorde al tema que hemos tratado: ¿qué clase de sociedad debemos tener para que nuestros niños y niñas no se conviertan en uno de los tantos retratos con los cuales Kevans compone su galería?

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) establece que las violaciones a los derechos de niños y niñas ocurren en todos los países y que representan barreras enormes, no reconocidas y en muchas ocasiones, no denunciadas para la supervivencia y desarrollo de los menores, además de constituir violaciones reales de los derechos humanos.

Nuestros niños ven la vida de maneras especiales y sorprendentes. Cada niño es un ser diferente e independiente, con opciones únicas y puntos de vista muy particulares. Al ver el mundo desde la perspectiva de uno de los tantos pequeños que hemos mencionado, nos podría ayudar a comprender y dar una respuesta tangible a nuestras interrogantes, para saber qué es lo que realmente requieren y necesitan. Ellos pueden enseñarnos más de lo que imaginamos.

En momentos tan difíciles como los que hemos visto en los medios de información, es que nuestra tarea se vuelve indispensable para tratar de formar sociedades en las que los menores de edad puedan conseguir los medios necesarios que les permitan sobrevivir y que les servirán como herramientas para su inevitable crecimiento. Depende de nosotros, de toda la masa social convertir a nuestros niños en los adultos que alguna vez deseamos ser.

Diría el gran comediante Cantinflas en su canción…”cuando todos los niños sonrían y en sus caras no exista el dolor, será nuestra más grande alegría…cuando todos los niños del mundo sonrían de felicidad, podré ya sentirme tranquilo del destino de la humanidad…ojala que la gente lo entienda, y vamos a unirnos en una sola voz, aún es tiempo de vivir…pos claro que aún es tiempo, de que ustedes comprendan que los deseos de un niño hay que cumplirlos, a un niño no se le engaña jamás, siempre, los niños porque pos yo no sé, para qué crecimos nosotros, para que nos desenrollamos, empezar a sufrir, no, el niño debe de ser niño y nosotros tenemos que ver que algún día todos los niños empuñen un olivo en vez de un fusil; será mi más grande deseo de vivir, un motivo para no morir.”


Y recordando las palabras de Mauricio; está en nosotros darles una oportunidad, proporcionarles lo necesario para que algún día sean algo mejor de lo que son hoy en día.